viernes, 28 de enero de 2011

Los taxistas lituanos

 Desde el 7 de septiembre vivo en Lituania, en una ciudad llamada Kaunas. La segunda más grande del país. Desde ese tiempo a esta parte estoy dando clases de español en la universidad Tecnológica (KTU). Han sido algunas las aventuras que me han ocurrido desde que comencé a viajar por Europa, mas ninguna me había pasado en Lituania como para querer contarla.
 El día 25 de enero de 2011 llegué a Vilnius desde Barcelona. Estaba tan cansada y hacía tanto frío que decidí coger un taxi hasta el centro de la ciudad, donde me hospedaría en un hotel en el que ya me había quedado más veces. Es decir, lo tenía todo, más o menos pensado.
 Lo de coger un taxi, me daba un poco de miedo porque los primeros meses de mi estancia en el país me había dado cuenta de que los taxistas y lugareños aceptan como lo más normal del mundo el "tangar" a los turistas y extranjeros en general. He cogido varios taxis...y sólo he encontrado dos taxistas honrados y amables.  Aún así, decidí coger el taxi hasta el centro. Le indiqué al conductor que me llevase hasta la catedral y le dije que sabía bien el camino porque estaba viviendo en Lituania. Me preguntó dónde vivía y le dije que en Kaunas. Entonces intentó convencerme de llevarme a esta ciudad por el módico precio de 600 litas (170 euros); me reí. Luego bajo el precio a 500 (¡jajajaj!). En ese momento sonaba en la radio música clásica y yo me reía al ritmo de la música. Siguió insistiendo y yo seguí negándome. Comenzó a ponerse agresivo y yo a tener miedo tanto de él como de la factura. Decidí, entonces, parar en la estación de autobuses e irme a mi casa cuanto antes. Le molestó muchísimo que cambiase de opinión y que no quisiese que me llevase a la catedral. Quería cobrarme casi 25 euros por el trayecto, cuando esto es un montón en Lituania. ¡Me enfadé mucho...!,tanto por el trato como por, de nuevo, encontrarme con otro taxista "listillo". Pensé: " Estoy harta, tengo 100 litas (30 euros) pero voy a ir a cambiar el dinero y le daré 50 (ya que siempre te quieren cobrar el doble). De repente, se puso frente a mí y no me dejaba moverme hasta que le pagase. Yo no sabía qué hacer, no estaba dispuesta a que me "putease"; me quedé parada un rato pensando en cómo salir lo más airosa posible de este asunto. Él, me dijo que iba a llamar a la policía y como no entiendo lituano, no sé si llamó a la poli o hizo "el paripé". Este hombre cada vez estaba más furioso; ví a un chico por la calle y le pregunté el teléfono de la policía. Me dijo: "es el 112 -emergencias-". Llamé y me atendió una chica con la que pude comunicarme en inglés y decirle donde estaba. El taxista comenzó a insultarme. Me llamaba estúpida y me decía que no sólo tendría que pagarle a él sino también a la policía. Esto me asustó, pues había oído decir que la policía lituana es muy corrupta.
 Enseguida llegaron dos agentes de policía. El taxista contaba su versión en lituano y el policía insistía en que no sólo pagase esta cantidad sino que además pagase la cantidad de tiempo que le estaba haciendo perder al conductor. ¡ No podía creerlo!. Pero yo seguía en mis trece: "¡No pago esa cantidad, !no!". Entonces el policía me pidió que lo acompañase a comisaría y que allí declarase lo acontecido." Tengo tiempo", pensé; ya había perdido el último autobús para Kaunas y si me dejaban libre iría hasta el hotel del que hablaba al principio.
 Una vez en comisaría, los policía me trataron muy bien. Me mandaron escribir mis datos y todo lo que había ocurrido, cosa que no pude hacer con detalle porque tuve que escribirlo en inglés y todavía me falta vocabulario para estos menesteres. Después de esto, leyeron mi declaración y me dejaron libre. Uno de los policías llamó a un taxi y el taxista (que tenía un precio normal para cobrarme en la factura) me llevó hasta el hotel. Cuando llegamos, me miró, me sonrió y me dijo: " Es un regalo, no tienes que pagar".